Viajes/ Km. 09


Peleas.

Él recrudece.

Ella enmudece.

Es la típica pelea de maridos y mujeres. Las discordias de amantes en las que ninguno quiere perder, en la que todos quieren tener la razón.

Y si necesitas un discurso de desahogo échate en el campo, mira al cielo, el caer de las hojas.

Mírate caer desde el cielo hasta tus ojos, ve hasta arriba y anda desvariando, balanceándote como por las nubes.

Comprende que quizás mañana haya mejores tiempos.

Al menos eso es lo que entiende él.

Ojalá fuera tan fácil comprenderse entre dos seres.

Se siente como si siempre se robaran las bocanadas de aire.

Que las luces se dispersan… y allá a lo lejos de la calle, el punto fijo, donde señalan las perspectivas de las veredas, donde se encuentra el fondo, allá no hay objetivo.

O será que el estado del tiempo señala poca visibilidad?

Ella es una mujer, los consejos de los hombres dirían: “dejala, piensa como mujer, es mujer, es complicada, es histérica, el mundo es mas simple para nosotros”.

Ozi no encaja mucho con el perfil de histeria me parece, será que guarda una psicosis de amor dentro, de recelos ante todo quizás por mí, que soy un genio en generarlos.

Quizás sea cierto que para ella las cosas no sean tan fáciles. Pero no puedo desentenderme de lo bello de lo nuestro. No tendría sentido dejar las cosas así como así, pk son como son.

Quiero entendernos, acercarnos, encontrarnos.

Y ya dejar de pelear.

No existe en este caso una psicología capaz de ayudar a controlarnos, sobre todo cuando cada uno es lo que es, y quiere excusarse. Y Ni siquiera las palabras se entienden, uno entiende lo que quiere entender, y eso es otra cosa.

Mientras ella sigue recitando insultos, ofendiéndome con amor, yo me voy a otro mundo y pienso: qué clase de predisposición logrará negociarnos. De que manera llegaremos al pacto bilateral de nuestro mercado de ideas, de costumbres, el que todavía no nos hace entrar en conciencia.

Si, sí. Eso es. Estamos equivocados.

No me ofendas, que sino, no te creo, eso no sería amor.

Mejor callate.

Llamate al silencio.

Pensá lo que decís, lo que decimos, y lo mismo haré yo.

Antes del amor, esperábamos no estar tan confundidos como lo aparenta este estado de cosas.

Y ahora es la parte de los pucheros, del labio inferior que demuestra la pena del desencuentro.

Pero nadie quiere dejar su orgullo, para animarse a pedir perdón.

Todo suena quizás, a un simple acto fallido.

Dejemos las emociones, para eso esta la razón.

Tú respondes que en la pasión, no hay razón. Y concluyes.

Es otra forma de entender el amor.

Al fin, una sonrisa, convierte la bronca, en amor.

Fácil no?

Pero tuve que besarla para que se callara, dejara de insultarme y que se cansara de pedirme “amor”.

Entonces llego la hora de los abrazos.

Paz.

1 esbozos de rutina:

carmeloti dijo...

Me encanto este relato intimo e intimista, porque sin querer queriendo me tocaste el alma, se de esas peleaas que la razon se piede en limite del amor, y el amor se pierde por atender a la razon...

Con dos razones y por ellas cerrar la boca con un beso es sellar una tregua y darle un portazo al orgullo que nos ciega, cuando no hay mas verdad que el amor no entiende de razones...

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Ellos y nosotros... Enamorados de la vida... Pero como todo amor lleva a la locura... Locos enamorados entonces, para así ser felices jugando en una bohemia imparable... Y así, viviendo, aprehender la vida misma Buena suerte revivir recuerdos del nacer ayer en un encuentro que ahora es cercano...

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